El actual Gobierno Nacional trajo consigo un nuevo modelo económico: orden de las cuentas públicas, eliminación de la emisión monetaria, mercados más transparentes y tasas de interés positivas en términos reales. De esta manera, el proceso de toma de decisiones de los agentes económicos cambia completamente.
En este contexto, la comercialización de soja de la campaña 2023/24 se enfrenta a precios internacionales bajos y un tipo de cambio estable, lo cual obliga a los productores a modificar su estrategia financiera con el objetivo de mejorar la rentabilidad del negocio agrícola.
Desde la cosecha, el precio de la soja en el mercado local ha subido un 10% en pesos, mientras que algunos instrumentos financieros han subido por encima del 70% en el mismo periodo. En el caso más extremo, para que guardar soja haya sido la mejor decisión, la tonelada debería valer USD 427 o el tipo de cambio debería ser de $1.734 por dólar, valores muy elevados en comparación a los vigentes en el mercado.
En los últimos años, la economía argentina ha estado inmersa bajo un régimen de dominancia fiscal, subordinando la política monetaria a corregir los desequilibrios fiscales. En vista de ello, sucesivos déficits fiscales fueron financiados tomando deuda (mientras el financiamiento era plausible) o vía emisión monetaria, generando inflación.
Esta última, al disminuir el poder adquisitivo del peso obliga a los agentes económicos a resguardarse en otros activos, principalmente el dólar, generando presiones a la suba del tipo de cambio.
Por lo cual, sino se permite que la cotización de la moneda flote libremente, se procede a instaurar un cepo cambiario que restringe el acceso al mercado oficial de cambios, generando una brecha cambiaria, lo cual desincentiva las exportaciones y disminuye la generación de divisas. De no corregir el déficit fiscal, se retroalimenta esta situación, agravando la crisis económica.
El programa de estabilización impulsado por el Gobierno Nacional, coordinando sus políticas junto al Banco Central, apunta a salir de ese círculo vicioso atacando la causa, el déficit fiscal. Por este motivo, mantener el equilibrio de las cuentas públicas, es la principal ancla para contener las expectativas inflacionarias de los agentes económicos
Desde enero del corriente año, la disciplina fiscal ha sido intachable y, durante todos los meses hasta octubre, se ha alcanzado superávit primario (ingresos totales mayores a los gastos primarios), en un claro contraste a lo observado durante el año 2023. No obstante, el Gobierno apunta a mantener un superávit financiero, es decir, que los ingresos alcancen no solo para cubrir los gastos corrientes, sino también los intereses de la deuda. Con excepción de julio, en donde el monto de intereses a pagar fue considerable, el resultado financiero ha sido superavitario.
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