Además de un aumento -todavía sin mensurar- en el valor de los subproductos que se destinan a la alimentación animal, los productores que alquilan campos tendrán que hacer números, con una soja que pasó de $50.000 la tonelada a más de $70.000.

En el caso de tambos y feedlots, el punto en común es la incertidumbre ante cual será el porcentaje de aumento en los subproductos, además del temor a faltantes de maíz, ante un escenario de productores volcados a liquidar soja en septiembte y guardar el cereal.

El “dólar soja” salió a escena con una fuerte sequía en las principales cuencas lecheras argentinas y problemas en la disponibilidad forrajera. “Necesitamos suplemento si o sí y la incidencia de la soja es casi igual al maíz”, remarcó.

Ante la falta de pasturas -proveedoras naturales de proteína- los tamberos deben recurrir a los subproductos derivados del poroto, como el expeller. “El sustito natural de la soja es el girasol, que nos salva hasta que lleguen las lluvias y que ante esta situación también subió su precio”, advirtió Passerini.

Además de reflejarse en subas de costos en la dieta de los tambos, habrá incrementos en el arrendamiento de campos. Este dato no es menor, tomando como punto de partida que el 50% de los establecimientos lácteos trabajan bajo algún tipo de esquema que incluye alquileres.