Zorraquin Meneses: "Notamos un espíritu de emprender y de innovar intacto en general, con un nuevo aire de optimismo a partir del cambio de gobierno"
Luego del último informe del USDA, la reacción del mercado y la expectativa del mismo nos llevó a un mercado bajista para la mayoría de los granos, dice la consultora en sus apuntes de Enero.
QUÉ Y CÓMO
Hace 50 días empezó el nuevo gobierno. Elegido democráticamente y con un ballotage en el que el presidente Milei se llevó el 56% de los votos en competencia con el ex ministro Massa. Para haber competido contra todo el peronismo unido, fue una paliza electoral sorpresiva. Han sido cincuenta días intensos para la política y para la sociedad.
Con un gobierno, en particular el presidente, que ha demostrado una sobredosis de pragmatismo por un lado y que por el otro ha planteado instrumentos e ideas que pretenden cambiar mecanismos y culturas muy arraigadas en nuestra sociedad hace años. Es temprano para hacer un balance que sirva para proyectar el largo plazo, pero podemos diferenciar el qué del cómo.
Al decir “el qué” nos referimos a lo que se plantea como modelo económico de largo plazo, de la relación entre el Estado y el sector privado y de volver al mérito individual como instrumento para el progreso de las personas. Un cambio de paradigma cuyos instrumentos operativos han sido un Decreto de Necesidad y Urgencia y una ley ómnibus que se debate actualmente en el Congreso.
Con “el cómo” queremos señalar las medidas o propuestas para lograr ese escenario de largo plazo. Las acciones, instrumentos o leyes a aplicar para ir de un hoy excedido de “Estado presente” a un mañana donde prime una actividad privada menos sometida a la burocracia, al exceso de regulaciones y a una presión fiscal asfixiante.
Veamos entonces el qué y el cómo, mostrando algunas contradicciones entre ambos. Para simplificar, en estos Apuntes haremos mención a la parte de “el qué” que más compartimos respecto a lo económico y a la parte de “el cómo” que nos hace ruido. En futuros informes seguramente haremos el juego inverso en función de cómo salga la versión definitiva del DNU y de la ley ómnibus.
EL QUÉ (MIRADA DE LARGO PLAZO):
- Buscar un Estado cuya burocracia sea simplificada al máximo, estando al servicio del sector privado y no a la inversa.
- Lograr superávit fiscal que permita no emitir dinero para cubrir gasto público y poder cancelar o disminuir las deudas del Estado.
- Liberar el comercio exterior, sin cupos, sin derechos de exportación, sin obligación de liquidar los dólares a pesos.
- Enfocar y dirigir la ayuda social sólo a aquellos que lo necesitan en serio, regulando las condiciones.
- Dar libertad en la afiliación sindical y en la elección de la obra social de las personas en relación de dependencia.
- Permitir la compra de tierra a inversores extranjeros, recibiendo el mismo tratamiento legal y fiscal que un argentino.
- Simplificar y abaratar la compra venta de vehículos a través de revisar el rol del Registro Automotor.
EL CÓMO (LOS INSTRUMENTOS Y ACCIONES DE CORTO PLAZO):
- Sostener la brecha cambiaria y las restricciones para la compra y venta de dólares.
- Sostener múltiples tipos de cambio, con un dólar divisa en 823$, un dólar para exportar de 915$ y un dólar para importar de 968$.
- Propuesta de aumento de derechos de exportación (retenciones) por un período de tiempo indefinido para algunos productos y sin un criterio claro para definir las excepciones. Este punto parece que quedará desactivado al retirarse del proyecto de ley, pero el concepto vale.
- Excluir a los productores que tienen más del 5% de soja de las tasas más bajas de los créditos.
- Mantener ciertos privilegios fiscales como el caso de Tierra del Fuego.
- Mezclar tanto en el DNU como en la ley ómnibus temas relevantes para sanear la macroeconomía con temas de menor urgencia como autorizar que los clubes puedan ser sociedades anónimas o restringir el aporte a instituciones culturales sin lograr consenso.
Este listado, breve e incompleto, lo mostramos para contar los sentimientos encontrados de muchas personas que acuerdan con el cambio propuesto (el qué) pero que encuentran contradicciones en los instrumentos elegidos (el cómo). Esto recién empieza y aún faltan muchas definiciones. Entre la pesada herencia y las promesas de cambio navegaremos los próximos meses.
DERECHOS DE EXPORTACIÓN Y TIPO DE CAMBIO
El achicamiento de la “brecha” (diferencial entre el dólar oficial y el paralelo) a valores cercanos al 20% en los primeros días de gobierno, que llegó a 180% con el gobierno anterior, sumado a una devaluación mensual administrada (crawling peg) del 2%, sin dudas fueron una buena noticia para el campo.
Es importante mencionar que el diferencial de tipo de cambio funciona como una especie de derecho de exportación.Quedó la sensación de comenzar a transitar el camino correcto.
Previo a las elecciones, el equipo agropecuario liderado por Fernando Villela fue claro en que si bien el objetivo es bajar retenciones, esto no sería posible en una primera etapa. Sin dar una definición clara respecto a cuánto duraría esta “primera etapa”.
Luego, con el DNU y la ley ómnibus, el gobierno propone un aumento de retenciones (33% soja y 15% plano para muchos de los productos agropecuarios incluyendo economías regionales y agroindustriales) y la brecha comenzó a aumentar hasta llegar a valores actuales del 50%, de alguna manera contradiciendo ese inicio prometedor.
Más allá de su evolución posterior, promovido por distintos sectores productivos y políticos que llevaron a una baja para las economías regionales y otros productos, con idas y vueltas hasta su eliminación en la ley ómnibus, lo que preocupa es lo conceptual.
Está claro el mensaje de la búsqueda de déficit cero, el aumento de recaudación necesario para lograr el mismo, y la importancia del campo para lograrlo, pero entendemos que aumentos “planos” sin tener en cuenta el impacto en las distintas economías, sin además considerar el poder recaudatorio de dicha economía que quizás es mínimo (mayor daño que beneficio), sumado a una falta de definición de por cuánto tiempo (programa de retenciones decrecientes) y en el marco de un aumento de la brecha cambiaria, nos hace pensar que en este punto es más de lo mismo, que no es el camino correcto. Si tiene cuatro patas y ladra…
LOS DÓLARES DEL CAMPO
Ya se comienzan a hacer todo tipo de pronósticos y especulaciones sobre cuándo llegan los dólares del campo, estimando que se tendrá una buena cosecha gruesa. Pero hay que señalar que todavía falta bastante para su definición en volumen (zonas con sequías) y económica (precios internacionales en baja).
Se estiman montos y se ponen fechas (abril-mayo), relacionadas seguramente con las necesidades económicas del país y no con las posibles estrategias de los dueños de la mercadería (los productores). Mencionaremos algunos puntos básicos y algunos síntomas por los cuales entendemos que estos pensamientos pueden no estar alineados con lo que termine pasando.
- El ida y vuelta de un posible aumento de retenciones, que se refleja y descuenta en el precio spot en forma instantánea (por más que no estén vigentes), hace que el productor no decida la venta esperando que se aclare el panorama y que los precios de liquidación de la mercadería en pesos “ajusten” día a día con las nuevas noticias.
- Tipo de Cambio: el aumento de la brecha cambiaria, y las especulaciones sobre una nueva devaluación, fomentan la retención por parte del productor vendiendo solo lo necesario para cubrir sus obligaciones.
- Alternativas de inversión o colocación: si superando los dos puntos anteriores el productor decidiera vender más de sus necesidades puntuales, no existe actualmente una colocación que le brinde tasas positivas en pesos con respecto a la inflación, lo cual tampoco incentiva a la venta. Entendiendo además que sus alternativas clásicas (insumos, maquinaria, camionetas, etc.) tuvieron una evolución de precios poco razonable luego de la última devaluación.
- Endeudamiento: es importante entender que el endeudamiento para realizar la presente campaña se ha hecho en pesos y dólares. El incentivo para vender y cancelar las mismas son diametralmente diferentes, lo que define también el momento de venta.
- Rumbo de la economía: mientras no exista un panorama claro del rumbo de la misma y su posible éxito o fracaso, el productor retendrá mercadería excedente porque es la manera que mejor y más fácil entiende de proteger su patrimonio, vendiendo solamente cuando es necesario.
- Próxima campaña: si hubiera una clara perspectiva de cómo se visualiza el negocio la campaña que viene, sin dudas eso haría que el productor tomara ya decisiones al respecto, lo que haría aumentar sus ventas. Los precios internacionales en baja, la sequía en distintas zonas que compromete cultivos actuales, el posible aumento de retenciones, el precio de insumos todavía acomodándose, y la marcha de la economía, lo hacen dudar, y la duda retrasa ventas.
La muestra palmaria de lo que mencionamos es que las ventas o fijaciones de maíz y soja previas a la cosecha (forward) son muy bajas. Además, en aquellos cultivos cosechados, como el trigo, hay muy poca venta o fijación de precios y mucha mercadería entregada a fijar.
Es por ello que creer que en abril-mayo vendrán los dólares del campo en cantidad por la buena cosecha, nos parece al menos un poco optimista, para ser educados.
Además, para que esto suceda, se requieren incentivos internos y externos, donde los internos son básicamente señales y reglas de juego claras del gobierno. Quizás es prematuro realizar esta demanda ante el escaso tiempo de gobierno de las nuevas autoridades pero queremos resaltar que todo esto impacta sobre las decisiones a tomar a nivel de las empresas.
EN QUÉ ANDAN LAS EMPRESAS
La figura que mejor describe hoy a una empresa es la del equilibrista que debe sostener muchos platos en el aire intentando que no se estrellen contra el suelo. El foco hoy está puesto en el capital humano, en lo productivo y en lo financiero como prioridades. Lo humano se refiere al seguimiento permanente de las necesidades de las personas que participan en las empresas (empleados, asesores, accionistas) que ven cómo la alta inflación genera picos de necesidad no previstos.
Lo productivo implica dedicar mucho tiempo a monitoreo de cultivos, movimiento de rodeos, búsqueda de insumos, diseño de la próxima campaña imaginando oportunidades y amenazas. Y lo financiero porque es el oxígeno que permite a las empresas seguir respirando hoy, situación que varía mucho entre las que vienen bien equilibradas y con stocks para venta y aquellas que quedaron dañadas por el clima del año anterior y necesitan tiempo para recomponerse
Notamos un espíritu de emprender y de innovar intacto en general, con un nuevo aire de optimismo a partir del cambio de gobierno. Pero ser empresario en nuestro país implica poder separar sueños y deseos, de realidades y riesgos. Esa capacidad para distinguir unas de otras está más viva que nunca.
NEGOCIO AGRÍCOLA
Luego del último informe del USDA, la reacción del mercado y la expectativa del mismo nos llevó a un mercado bajista para la mayoría de los granos. La mermas de producción en Brasil y la sequía en determinadas zonas de Argentina, de difícil pronóstico todavía, son los factores alcistas en estos momentos. Los distintos conflictos bélicos en el mundo y su evolución pueden todavía impactar en el mercado.
Localmente, como venimos mencionando, tenemos un mercado divorciado del internacional, afectado fundamentalmente por las acciones del gobierno. El mercado copia rápidamente medidas que quizá no se terminen aplicando (retenciones) y en algún momento entrega parte de dicho “gap” por necesidad de mercadería o negocio. Párrafo aparte merece el girasol que comenzó a buscar negocios y originación, cuando hasta hace quince días ni siquiera había precio.
La recomendación en un mercado internacional bajista y con incertidumbre económica local es aumentar las coberturas utilizando el mercado a término para aquellos granos que así lo permiten (soja, trigo, maíz), y realizar ventas “quirúrgicas” para aquellos que no lo permiten (cebada, girasol)
NEGOCIO GANADERO
El año 2023 tuvo para el negocio ganadero muchos impactos externos. El principal fue la sequía, que provocó una oferta mayor de hacienda al mercado y un menor índice de preñez y destete, y por lo tanto menos terneros a destetar en el 2024.
También el llamado dólar agro encareció el costo de alimentación y de los arrendamientos deteriorando la rentabilidad del negocio, en un marco donde existían las restricciones a la exportación de carne. Recién hacia fines de año se produjo el salto de precios y un cambio en las expectativas para el futuro de la actividad.
Siempre es difícil pronosticar, pero a grandes rasgos para el 2024 se espera una menor oferta de terneros y de novillos, una intención de los ganaderos de retener hembras para recomponer stock de vientres, un intento de meter más kilos por cabeza en la recría o el engorde de todas las categorías y, dependiendo de la relación de precios, volver a llenar los corrales de terminación.
Esta idea se basa en que se espera un año con más lluvias y producción de forraje, un mercado de exportación con un volumen de al menos 900.000 toneladas y un consumo interno en el orden de los 45 a 48 kilos por habitante. Habrá tensiones. La “pelea” entre el consumo interno y la exportación será fuerte. Dada la orientación de este gobierno, asignamos pocas probabilidades a que intervenga con un discurso del tipo de “cuidar la mesa de los argentinos” y deje que el mercado encuentre su equilibrio.
Es posible que las demás carnes, llamadas usualmente sustitutas, reemplacen parte del consumo de carne vacuna. Hoy los precios se ubican en los 2200 $/kilo para los terneros y para los novillos entre 1600 y 1800 $/kilo con una relación de precios de 1,25 a 1,35 según la semana. Y una vaquillona preñada se ubica en los 750.000 pesos.
Expresar los precios en pesos en esta coyuntura complica los análisis. Según un trabajo publicado por CREA, para el segundo semestre de 2024 los precios, expresados en dólares por kilo vivo, se ubicarían en el orden de los 2,50 para el ternero, de los 2 dólares para el novillo y de 1,50 dólares para la vaca (ver link abajo). Si el dólar no se atrasa respecto a otras variables (inflación de costos), con estos precios puede existir una rentabilidad aceptable. Una vez más, los ganaderos parecen dispuestos a aceptar el desafío.
https://www.contenidoscrea.org.ar/ganaderia/escenario-ganadero-te-ayudamos-planificar-n5326871
NEGOCIO LECHERO
En diciembre el precio de la leche Siglea fue de 193,65 $/litro (2775,22 $/kilo de sólido), lo que representa un aumento del 29% respecto al mes anterior y un 192% respecto a un año atrás. Primer mes luego de varios donde el aumento intermensual supera al índice de inflación. Medido en dólares por litro, el precio actual de 0,23 $/litro parece bajo respecto al anterior que superaba los 30 centavos, pero la mejora del tipo de cambio hace que ambos valores no sean demasiado comparables en su poder de compra.
Para enero el precio a recibir debería estar al menos en el orden de los 220 $/litro para seguir recuperando capacidad de pago en los tambos. Porque, como suele ocurrir, una devaluación como la registrada tiene efectos iniciales negativos en la lechería, que se caracteriza por vender su producto en pesos pero tener un 60% de sus costos dolarizados. Con el paso del tiempo el equilibrio llega, pero hay que tener espalda para poder resistir y esperar ese momento.
Por suerte la vuelta de las retenciones a la leche parecen no estar en la agenda del gobierno. La producción de leche en el 2023 se redujo al menos en el 2% respecto al 2022. Esto, sumado a la menor producción de enero, ha generado en el mercado la sensación que “falta o va a faltar leche”.
No tanto por el consumo interno, golpeado por la coyuntura, sino por una posible recuperación de las exportaciones ante un mercado mundial con una leche en polvo que ha recuperado un valor superior a los 3200 dólares la tonelada.
Argentina redujo el volumen exportado en el último año cerca de un 17% y esto debería poder recuperarse en el corto plazo. Para una industria que exporta cerca de un 25% de lo que vende, esta demanda de leche debería reflejarse en un mejor precio al productor. Sumado por supuesto a la desaparición de los precios máximos en el consumo interno y a la necesidad de las usinas de sostener alto el uso de su capacidad instalada.
En nuestro país el consumo de leche equivalente está hace varios años estancado en el orden de los 190 litros/habitante/año. Para comparar con otros países, en Chile es de 152, en Brasil de 170, en Uruguay de 230, en Nueva Zelanda de 250 y en EEUU de 280. En el corto plazo no esperamos cambios relevantes.
Para terminar, las amenazas y acciones directas de una parte de los gremios (Atilra) en algunas plantas industriales (Sancor, Lácteos Vidal, Lácteos Mayol, La Lácteo) deberán terminar o al menos evitar los aprietes y maniobras ilegales que nada tienen que ver con el legítimo derecho a la protesta.