Desde las rurales del Arco Noroeste de la provincia de Córdoba hablamos y exponemos el tema de los incendios hace décadas. Algo ha cambiado en estos días, por cierto, nada que frene este flagelo.

Lo que ha sucedido es que quienes han estado en contacto próximo con el horroroso y avasallador azote del fuego han sido vecinos cercanos a la capital provincial y, por otro lado, habitantes de localidades serranas -turística algunas- lamentando pérdidas de viviendas, predios, vegetación y animales.

No es la primera vez; pero, en algún punto coterráneos que no sabían de este tema se enteraron del maldito hecho porque les llegó cerca o tomó mucha difusión.

Es importante que esa gente sepa que a nosotros; tal vez más alejados de las urbes pobladas, nos sucede esto año tras año y pasa el fuego, se olvida el hecho y se repite en la próxima temporada.

Con esto afirmamos, a pesar de las voces que con ánimos militantes y fundamentos de escritorio nos quieren poner en dudas. Invitamos a quienes quieran a recorrer los caminos de las sierras y los campos del norte cordobés. Una postal que ya no es la misma; por cierto, porque la carga combustible de vegetación ya se hizo cenizas, al igual que árboles, animales y hasta hogares.

Córdoba se incendia una y otra vez y nada cambia. A nosotros nos verán siempre acercando una propuesta. Queremos ser parte de la solución y tenemos herramientas, costumbres y arraigo.

Queremos vivir en nuestra tierra conservando, no queremos que nos obliguen al abandono que solo ha puesto en peligro a zonas productivas y al bosque que dicen cuidar. Bosques que ya no están y quienes diseñan planes y estudios tampoco; más bien, nunca estuvieron ni cerca.

La historia de los últimos años se escribió con una mentira: el mapa de ordenamiento territorial provincial pintó 16.000.000 de hectáreas de Córdoba como si fueran bosque. Sumado a las incongruencias de presentar un mapa a la Nación distinto al que usan las dependencias cordobesas del área.

Al punto han llegado de plantear una verdad incompleta, propia de sectores adoctrinados, al decir que lo que más se quema no es el bosque. Falacia clara, pues, justamente lo que estamos diciendo es que lo han categorizado como bosque y no es bosque. Por eso se quema. 

Hemos dicho en las pocas ocasiones que nos reciben o convocan, que coincidimos en proteger los bosques de alto valor de conservación. Pero de brazos cruzados, levantándose de las discusiones, negando la realidad y con un mapa mentiroso, ciertamente no se está protegiendo nada. A los hechos nos remitimos. Se incendia el norte de Córdoba y nada cambia.