Tractores que se manejan solos, sensores que detectan cuánta agua necesita una planta, ecografías para cerdas gestantes y drones que vigilan los cultivos desde el cielo: el campo argentino está atravesando una revolución tecnológica sin precedentes.
Bajo el título “Revolución Agro 4.0: Uniendo ciudad y campo”, la Fundación FADA junto a FADA Joven y la Fundación CEEA lanzó el tercer capítulo de su serie audiovisual, que muestra cómo la innovación está cambiando la forma de producir, vivir y trabajar en el agro.
Según datos de INDEC, el 90% de los argentinos mayores de 4 años usa internet, y en el agro no se quedan atrás: el 70% de los productores ya toma decisiones en base a datos tecnológicos, según la Universidad Austral.
La incorporación de tecnologías como la agricultura de precisión permite aplicar herbicidas solo donde se necesita, logrando una reducción de hasta el 40% en su uso y un 25% más de eficiencia en agua y fertilizantes. Estas prácticas no solo mejoran los rendimientos (entre un 5 y 10%), sino que cuidan el suelo y los recursos naturales.
Los robots ordeñadores monitorean la salud de las vacas y aseguran la higiene en los tambos. En granjas porcinas, los chips en comederos garantizan que cada animal reciba la dosis justa de alimento.
Las cosechadoras inteligentes con GPS recopilan datos en tiempo real sobre rendimiento y humedad del grano, y los drones se convirtieron en los nuevos “ojos” del campo: identifican malezas, estiman cultivos y monitorean el estado de los suelos.
“El campo ya no es como lo imaginábamos. Hoy se trabaja desde el celular, se mide todo y eso nos permite producir más, cuidando mejor nuestros recursos”, explica Nicolle Pisani Claro, economista jefa de FADA. “No se trata de trabajar más, sino de trabajar mejor. Eso también es cuidar la tierra”.
Además de la producción, la sustentabilidad energética también se digitaliza. El agro genera energías limpias a partir de soja, maíz, estiércol y cáscara de maní, que se convierten en biogás, biodiésel o electricidad. En distintas regiones del país, plantas especializadas en bioenergía y parques eólicos suman empleo, inversiones y reducen la huella de carbono.
Con herramientas digitales, sensores, ciencia y energías renovables, el agro se vuelve más conectado, eficiente y amigable con el ambiente. Esta revolución silenciosa está eliminando prejuicios sobre el trabajo rural, atrayendo nuevas generaciones y conectando cada vez más el campo con la ciudad.
El campo del futuro ya está acá. Y se gestiona desde el celular, mientras se toman unos mates.