La clave de la semana: La marcha atrás de Milei con la baja de retenciones y la reacción del campo
El campo no olvida ni perdona fácilmente. La esperanza depositada en un cambio profundo volvió a chocar con una realidad conocida: promesas que se diluyen y decisiones que afectan al corazón productivo del país.

Clave de la semana
La clave de la semana: La marcha atrás de Milei con la baja de retenciones y la reacción del campo
El campo no olvida ni perdona fácilmente. La esperanza depositada en un cambio profundo volvió a chocar con una realidad conocida: promesas que se diluyen y decisiones que afectan al corazón productivo del país.
Cuando Javier Milei asumió la presidencia con un discurso liberal, de apertura de mercados y desregulación, uno de los sectores que más rápido salió a apoyarlo fue el agro. Las retenciones, calificadas durante años como un castigo injusto a la competitividad, estaban en la mira.
La promesa de eliminarlas —o al menos reducirlas paulatinamente— encendió una expectativa real en un sector históricamente postergado por la política económica.
Pero en las últimas semanas, esa expectativa se esfumó. El Gobierno decidió frenar la baja de las retenciones, en un giro que muchos dirigentes del agro consideran una traición o, al menos, una señal contradictoria.
La justificación oficial apunta a la necesidad de mantener el equilibrio fiscal en un contexto delicado. Pero del otro lado, las voces se alzaron con fuerza.
“Esto es una cachetada”, dijeron desde Confederaciones Rurales Argentinas. La Sociedad Rural Argentina, si bien mantuvo un tono institucional, no ocultó su decepción. “El campo necesita reglas claras y un horizonte cierto para producir, invertir y crecer. Volver atrás con promesas debilita la confianza y complica la toma de decisiones”, señaló Nicolás Pino, su presidente.
Los productores más chicos, por su parte, sienten el impacto aún más profundo. En medio de una cosecha que no alcanzó las expectativas y con precios internacionales que no acompañan, cada punto de retención es una herida abierta en los márgenes.
Más allá de lo económico, el mensaje político es el que más duele. El campo apoyó a Milei con la esperanza de un trato distinto, más transparente y previsible. La marcha atrás con la baja de retenciones no es solo una medida fiscal: es, para muchos, el primer gran desencanto.
Mientras tanto, el Gobierno busca contener la reacción. Algunos funcionarios insisten en que es una postergación, no una cancelación. Pero la confianza, una vez dañada, no se recupera fácilmente. Y el campo, como actor central en la economía argentina, ya está evaluando su próxima jugada.
Porque si algo ha demostrado en las últimas décadas, es que cuando siente que lo traicionan, no se queda callado.
La historia reciente lo confirma. Y esta historia, todavía se está escribiendo.